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Follar es un eufemismo

Hoy en clase ha surgido un pequeño debate en torno al corto francés que se ha viralizado esta semana. Para quien le de pereza, en el vídeo se ve a una pareja heterosexual que se supone está eleigiendo la película que van a ver (que, casualidad, es Irreversible, película francesa con una dura escena de violación en cámara fija). Él se pone cariñoso, ella dice que no. Él insiste. El no verbal de ella no es suficiente. Al final, él acaba ganando. Pero por interesante que pueda ser el debate surgido, no quiero hablar de ello (sobre todo porque mi opinión no está totalmente definida y hay argumentos de ambas posiciones que me convencen). No, yo he venido aquí a hablar de los putos eufemismos.

En un momento de la discusión, un compañero ha afirmado que los chantajes emocionales se dan en todo tipo de relaciones, también entre amistades, y que por lo tanto no puede hablarse de violación. Yo le he contestado que aunque eso pueda ser cierto, a tus amigos no te los follas. Y en una clase de cuarto de carrera, el murmullo general ha crecido. Ha habido incluso risas. Pero lo peor es que el profesor parecía casi ruborizado. Un señor, profesor de historia, que habrá oído y leído infinidad de barbaridades, noqueado por una palabreja de lo más común.

Antes de decir 'follar' se han hecho referencias previas: 'acostarse', 'están en la cama', 'cuando van a hacerlo'... Ahí todos sabíamos que hablábamos del momento en el que el pene se introduce en la vagina, pero nadie se ha escandalizado. Sin embargo, cuando he dicho esa palabra ha sido como si el debate pasara a otro nivel, casi pornográfico, difícilmente tolerable en un aula universitaria. Pero señoras y señores, follar es una palabra preciosa. La metáfora hecha verbo. Los eufemismos no sirven más que para hacer sentir cómodo a quien debería acostumbrarse a pensar que la gente folla, se muere y es gorda.

Mi gata se relame después de lamerse la vagina

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