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Gitanos y maricones

Como muchas de las historias particulares que hoy nos llegan, todo empieza con un mensaje en Facebook. Una denuncia pública de alguien que lleva tiempo sufriendo un abuso pero las autoridades no hacen caso y a los medios no les parece interesante. Pero a la sociedad sí. Centrémonos. El día 10 de octubre se publica desde la cuenta de Facebook de ‘Eskina Mosku’ un mensaje. En él, Pablo - el dueño del bar Eskina de la plaza Urdanibia de Irún – explica su frustración. Lo podéis leer a continuación:

Dos días después, 12 de octubre, ‘Noticias de Guipúzcoa’ se hace eco de la denuncia, eso sí, sin mencionar que se han enterado de todo a través de la publicación de Facebook que fue compartida por más de 900 personas. Bueno, da igual. Entrevistan a Pablo Campo quien expresa exactamente lo mismo: “Te tiran cuanto tienen en su mano, llamándote maricón de mierda, hijo de puta, diciéndote que te van a matar” y que nadie les ayuda a “buscar solución; he estado con el alcalde, con la delegada municipal,…”

Pero, ¿cómo se puede entender esto? Pablo ha puesto varias denuncias, pero asegura “que no puede estar denunciando a todas horas”, ¿por qué sus denuncias no llevan a nada? De hecho, según recoge Noticias de Guipúzcoa, el propietario del Eskina asegura que el protocolo policial no funciona, porque además de no cesar la violencia, cada vez que interpone una denuncia se siente muy expuesto y desprotegido. ¿Así de barato es insultar y amenazar a alguien por su condición sexual?

Hay algo curioso, y es que se habla de “convivencia aunque pensemos distinto”, “es gente del barrio”, “donde debería haber unión entre grupos minoritarios está ocurriendo todo lo contrario”. Desde el Ayuntamiento dicen que “los problemas no se pueden centralizar en la presencia policial, tiene que ser los propios agentes sociales de la zona los primeros en implicarse”.

A todo esto, el Ayuntamiento asegura que está “llevando a cabo una serie de acciones desde el punto de vista arquitectónico” y que están trabajando para crear “un mayor número de espacios abiertos y amplios para evitar puntos negros” y que “en breve” se pondrán en funcionamiento las cámaras que ya están instaladas. El Eskina es perfectamente visible, no está en ningún punto negro, está junto a la carretera, en una de las más visibles esquinas de la plaza que la policía vigila con celo, en rondas de aproximadamente media hora.

En el segundo párrafo del artículo es donde está la clave de la impunidad de los agresores. Agresores a quienes, por cierto, ‘Noticias de Guipúzcoa’ no ha podido encontrar o entrevistar. Pablo dice que “hay ciertas personas que nos están haciendo la vida imposible. No se trata de criminalizar a determinados colectivos o etnias”. Entre eso y el “payo” de su primer texto, creo que está claro de qué estamos hablando. Pero no vamos a encontrar la palabra gitano en ningún lado. Y por supuesto, no vamos a hablar de anteriores denuncias a DETERMINADAS PERSONAS de etnia gitana en la zona de Mosku (Urdanibia). Buscando un poco en los grupos de denuncia de Irún, podemos ver que en algunas zonas, algunas personas causan problemas específicos de forma reiterada y que no se le pone solución.

En fin, con todo esto solo quiero señalar que me molesta la impunidad de determinadas personas y que en este caso, esas personas son gitanas. Me molesta que el Ayuntamiento tome a los ciudadanos en general y a Pablo y sus empleadas en particular por tontos con el asunto de las cámaras. Me molesta que si, efectivamente, sea un problema de ayuda o integración social, no se haga suficiente esfuerzo para que se lleve a cabo con efectividad. Y, en definitiva, me molesta que un chaval de 14 años haya tenido que ser amenazado para que en Irún nos demos cuenta de que tenemos un grave problema con algunos intolerantes.

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