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La oscuridad del deseo

Primera escena: Un hombre con un pasamontañas entra en la casa de la protagonista. Forcejean y él la viola mientras tú, espectador, observas todo desde los ojos de un gato (impasible, por cierto, a la agresión que sufre su humana). Y ahí acaba todo componente típico de drama. Con una premisa que podría haber dado lugar a una de esas aburridísimas películas de domingo, Verhoeven logra hacer una obra incómoda, que engancha y que en muchas ocasiones te hace tirarte de los pelos.

La trama de Elle, rica en matices, nos adentra en la vida de Michèle mostrándonos como se relaciona con familia, trabajo y amigos. Y no es precisamente una monjita de la caridad. Isabelle Haupert hace un papel protagonista impresionante que ni el doblaje logra estropear. Una empresaria de la industria del videojuego (¿la industria que mejor analiza y complace nuestros deseos?) con un pasado tormentoso y un presente complicado, con una madre que no asume su vejez, un hijo calzonazos y un grupo de amigos con el que el personaje de Haupert hace lo que quiere.

Elle sorprende – sobre todo si no se conoce previamente la filmografía del director – por lo poco ‘Hollywood’ que es. No habla de venganza, ni de empoderamiento femenino, ni de violadores hijos del patriarcado. No, qué va. Esta es una película sobre los verdaderos monstruos; los seres humanos. Un reflejo sin tabús sobre los deseos más oscuros y las relaciones de todo tipo.

Hay quien se atreve a decir que es una comedia pura – negrísima, pero comedia. Sin duda, la película logra sacar alguna sonrisa, incluso alguna carcajada, pero todo se ve enrarecido por el contexto dramático (no olvidemos que todo comienza con una dura violación). Hasta sienta mal que uno se ría, ya que parece restar importancia al resto de elementos. Pero, ¿no es eso lo que pretende Verhoeven?

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